Un principio
fundamental de la Ontología, es que las operaciones superiores del
entendimiento y de la voluntad le otorgan al alma su carácter espiritual, es
decir, somos seres eminentemente espirituales. La voluntad nos potencia para elegir entre una vida espiritualmente
mediocre, o una vida comprometida a cabalidad con la Ley Eterna (ver El libre
albedrío de Agustín de Hipona), la cual nos manda amar las cosas ordenadamente
conforme su grado de perfeccionamiento espiritual, y así no preferir lo
material a lo espiritual, ni lo efímero a lo eterno, ni lo cómodo y placentero
a lo virtuoso. En cuanto a la otra gran y admirable facultad u operación, cito
lo siguiente: “Sabemos, por propia
experiencia, que el entendimiento conoce
objetos que pertenecen a un orden
superior, tales como los conceptos de causa, verdad, justicia, virtud, belleza, armonía, relación, etc.; que
discurre acerca de la naturaleza de los seres absolutamente espirituales; que se eleva hasta
descubrir la necesidad de la existencia de un ser eterno, absoluto y
perfectísimo, y que cuando así obra, no sólo el cuerpo es ineficaz e
innecesario, sino que es preciso que el espíritu se abstraiga de la acción y de
la influencia de las cosas sensibles; luego la facultad productora de tales
actos es espiritual, como también le es el alma de quien depende.” http://www.e-torredebabel.com/Psicologia/psicologia-elemental/psico-elem-espiritualidad-alma.htm
En el mundo de la lucha
por el poder político, militar, empresarial y financiero, que pertenece al ámbito del éxito exterior, es decir, el éxito
material y personal, el conocimiento y
la información veraz y oportuna son las herramientas fundamentales e imprescindibles para los líderes y
tomadores de decisiones. Todo esto tiene su contrapartida en el mundo de la
Vida Interior de todo ser humano, que es el mundo del éxito ético y espiritual,
éxito que NO pertenece al mundo de la
vanidad, los placeres y los deseos: El conocimiento fundamental para alcanzar
el éxito en el mundo del Yo Superior, (que
es el éxito más importante de todos en términos absolutos), es el de la vida sin motivos externos, la
felicidad pura sin condicionamientos, la
libertad absoluta, aquella que no depende de los apegos con los bienes
exteriores, que también podemos
llamar apegos materiales y personales, y que enumero a continuación:
1. Apegos con el yo inferior de nuestros seres amados y congéneres en general.
2. Apegos con los
placeres y deseos no virtuosos.
3. Apegos con los
bienes materiales y personales en general.
4. Apegos con la
vanidad.
5. Apegos con los
problemas y las preocupaciones.
Este conocimiento
fundamental de la vida sin motivos, implica también que el ser humano debe ser capaz de obtener su principal
fuente de bienestar y satisfacción en su Vida Interior y no en su Vida
Exterior. La razón que le da sentido a su vida debe surgir de su Bienestar
Interior, y no de sus apegos. Ergo:
una vida agitada y superficial, dominada por la superación material-personal, dependiente
de los placeres y los deseos exteriores para tener sentido, es una vida arcaica,
viciosa, débil, autodestructiva y mezquina.
Para acceder a nuestra Vida
Interior (V.I.), tenemos que hacer meditación.
Una vez alojados en dicho santuario, empezamos a separarnos del mundo exterior,
empezamos a romper los apegos con todos los tipos de bienes materiales y
personales, empezamos a experimentar un enorme bienestar que no depende de
ningún tipo de elemento externo, y por lo tanto que no está sujeto a ningún
tipo de condicionamiento. Teniendo la incondicionalidad
como aliada, de pronto no requerimos de motivos para sentirnos bien, podemos
prescindir de las causas y efectos que le dan sentido al mundo exterior y del
interés propio. Finalmente alcanzamos la Libertad
Absoluta, aquella que no depende de nada, que se basta a mí misma, que no
está condicionada por nadie ni por nada. En ese estado de riqueza espiritual
(ataraxia), somos capaces de sentir una
presencia muy cercana y auténtica del Poder Superior, podemos sentir su
solidaridad y que tenemos los méritos para formar
parte aunque sea infinitesimalmente de su Mentalismo Divino. Y al alcanzar
un nivel de misticismo tan grande, podemos declarar y decretar que Dios nos
está hablando e instruyendo acerca de lo que tenemos que hacer para trascender
nuestra personalidad y alcanzar la unión
con ÉL.
El desarrollo de
nuestra V. I. requiere que diariamente hagamos
un “viaje místico” hacia donde se encuentra ella, para experimentar el gozo de
la Libertad Absoluta, que significa la dicha de sentirnos plenos y llenos de bienestar
sin depender para nada de nuestros apegos con los bienes exteriores. En ese
punto, podremos percibir la mágica presencia del Poder Superior.
En la medida que una
persona vaya incrementando el desarrollo de su V.I., de la misma forma debe
reflejarlo en un estilo de vida exterior
paradigmático, caracterizado por la modestia, la discreción, la austeridad,
la sencillez, la humildad, la bondad, el sacrificio, y la autolimitación en cuanto a placeres y deseos no virtuosos. Evidentemente se trata
de un estilo de vida muy particular, poco o nada llamativo desde el punto de
vista de los valores de la ideología económica de la sociedad de consumo, ya
que el éxito por el que lucha no pertenece a este mundo. El paradigma del
estilo de vida del practicante del Espiritualismo Ético, además está sustentado
en los principios éticos del Ascetismo, de la Ataraxia, de la Apatía y del
Estoicismo, todas corrientes de la filosofía antigua clásica griega. La
implicación más importante de esta influencia de la ética griega (y en
consecuencia de la ética universal y atemporal) en dicho paradigma, es que la
persona practicante debe ser capaz hasta cierto punto, de despreciar e ignorar los apegos con los bienes materiales y
personales.
Tenemos que tener la osadía de apostarlo todo al presupuesto de
que nuestra Vida Interior es un templo
de vasta extensión en el que encontraremos todo lo que necesitamos para
alcanzar la autorrealización integral y la plena satisfacción de nuestra
naturaleza espiritual. En mi caso particular, he sometido dicho presupuesto a prueba y doy
fe del avance tan significativo que he logrado en mi lucha por alcanzar el
supremo objetivo del ser humano: LA UNIÓN DIVINA. Presupuesto que además
tiene un respaldo bibliográfico casi que infinito, empezando por los grandiosos
textos de la Sabiduría Antigua.
En la próxima entrega,
me dedicaré a explicar brevemente las principales características de la ética
estoica, ascética, ataráxica y apática, y del por qué tienen que estar
presentes en el paradigma del estilo de vida del espiritualista ético.
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