Todos
los días al despertarnos lo primerísimo que tenemos que hacer es traer a
nuestra mente una idea fundamental del Espiritualismo Ético: ¿Cuáles son la Misión y la Visión de mi vida como ser espiritual en este mundo? La Misión: trascender
mi personalidad egoísta (o cuaternario inferior) a través de una planificación
estratégica, que me potencie para concretizar la Visión, la cual consiste en
alcanzar la Unión Divina. Con esta idea neurálgica impresa en nuestras mentes,
como primer acto racional de cada nuevo día, trazaremos la senda correcta a
seguir para avanzar paso a paso pero progresivamente en el proceso de cumplir
efectiva y permanentemente con el principio
de la incondicionalidad, el cual significa que hemos sido capaces de
conquistar en menor o en mayor grado la libertad
absoluta, aquella que no está condicionada por ningún deseo, ninguna
emoción, ningún apego con bienes materiales o personales. Si no pudiésemos
gozar de dicha libertad con cierta frecuencia, nos resultaría imposible cumplir
con la Misión y aspirar a esa maravillosa Visión que es la Unión Divina. Y tal
y como dijo Goethe: “Aún nadie se ha perdido en un camino recto”.
Para el gran rebaño, el sentido del vocablo “éxito” tiene una connotación de conquistas materiales y personales. Es así que famosos personajes de la política, del deporte, del cine y la televisión, de los negocios, de las ciencias, son considerados mediática y socialmente muy exitosos, y normalmente su éxito va acompañado de una buena cantidad de dinero. En el imaginario social de la domesticación cultural, aquella persona de origen humilde que se sobrepuso a sus limitaciones económicas y obtuvo su profesión universitaria, y se destacó en su ámbito profesional, y logró cierto grado de ostentación material y personal, es una persona que “triunfó en su vida”; es una persona “exitosa” y modelo a seguir. Pero para los disidentes del gran rebaño, el éxito por el que luchamos con tanta pasión y por medio de una planificación estratégica, no pertenece a este mundo agitado, superficial y dominado por la superación material-personal, por la ilusión y por la ignorancia, sino que dicho éxito pertenece al mundo del Yo Superior, del Yo Espiritual, de la libertad absoluta!
-La filosofía práctica, principalmente la ética normativa y el espiritualismo ético. Un libro representativo es “El Libre Albedrío” de San Agustín de Hipona.
Y
en relación con la planificación requerida para concretizar la Misión: ¿En qué
consiste la misma? En la expansión de nuestra conciencia y entendimiento, para
lo cual se requiere de un acervo de recursos intelectuales y espirituales que
vamos a nombrar a continuación y que deben formar parte del “portafolio” de todo profesional del Espiritualismo Ético.
Además necesitamos cultivar y desarrollar hábitos éticamente
correctos que le permitan crecer a nuestra voluntad
clarificada y espiritual. En una
monografía anterior del 8 de junio de este año, llamada “Espiritualismo Ético,
el Dharma y la escatología esotérica”, hice mención a todos esos recursos tan
importantes, pero tratándose de un tema tan capital, me parece que es imperioso
y oportuno volver a repasarlos, para tomar conciencia de que constituyen un
conjunto de herramientas muy valiosas que deben estar contenidas en tu
portafolio de uso personal, para el crecimiento de tu Yo Superior. Luego, al
ser el Dharma el propósito de la vida, entonces nuestra Misión y Visión son los
componentes fundamentales de dicho Dharma.
La
inmensa mayoría de seres humanos desconocen el cúmulo de conocimientos de la
Sabiduría Antigua, de la Pansofía, de la Ética Universal, atemporal y perenne y
de la Espiritualidad Ética. Constituyen el gran rebaño de hombres y mujeres que
viven en el mundo de la ilusión y la ignorancia. Un ejemplo de lo anterior, es que para todas
ellos y ellas la principal connotación que tiene la palabra profesional, es la de
personas que han obtenido un título universitario de las ciencias económicas,
médicas, sociales, de las ingenierías, de las artes, etc. También de los
hombres y mujeres que son profesionales de los deportes: fútbol, baloncesto,
beisbol, fútbol americano, boxeo, tenis, etc. También de las actrices y actores
del cine y la televisión. Pero para los que
hemos entendido y aceptado que ese mundo de ilusión e ignorancia es un mundo
mezquino, vergonzoso y repudiable, la única connotación que cuenta es la del
profesional del espiritualismo ético, controlador de su yo inferior, de su
personalidad egoísta, feroz combatiente de los deseos y emociones de su mente calculadora
(Kama Manas). Quienes aborrecemos a dicho mundo de ilusión e ignorancia por ser
un mundo agitado, superficial, desigual en extremo y dominado por la superación
material-personal, nos consideramos sus disidentes y luchamos implacablemente
por liberarnos de él. Nos caracteriza la lucha que emprendemos diariamente por
alcanzar el objetivo de contar con un estado anímico de plena satisfacción que
en lugar de depender para ello de los deseos, las emociones y placeres, dependa
fundamentalmente del desarrollo de nuestra vida interior y de la libertad absoluta,
la que no está condicionada por ningún bien exterior. De esta manera logramos
diferenciarnos del gran rebaño, y tratamos de tener el profesionalismo
suficiente en materia de desempeño espiritual y de expansión de la conciencia, para
acceder a la Unión Divina.
En
la monografía anterior que se refiere a la dependencia psicológica con los
deseos y las emociones, comentamos en detalle el tema del perfecto orden divino
que por definición, los seres humanos llevamos impreso en nuestras mentes y en
forma intuitiva también. Dicho orden está expresado a través de la ley eterna
expuesta por San Agustín de Hipona en su obra El Libre Albedrío. En forma
lacónica y elocuente, podemos decir que dicha ley nos manda amar las cosas
ordenadamente conforme su grado de perfeccionamiento espiritual, y no preferir
lo material a lo espiritual, ni lo efímero a lo eterno ni lo cómodo y
placentero a lo virtuoso. En este sentido, los disidentes del gran rebaño nos
tomamos muy en serio el cumplimiento de dicha ley eterna y en verdad que nos
desvelamos por llevar un estilo de vida que sea lo más consecuente posible con
dicho orden divino. Evidentemente, semejante forma de vivir constituye una
muestra significativa de nuestro profesionalismo en materia de desempeño
espiritual.
Para el gran rebaño, el sentido del vocablo “éxito” tiene una connotación de conquistas materiales y personales. Es así que famosos personajes de la política, del deporte, del cine y la televisión, de los negocios, de las ciencias, son considerados mediática y socialmente muy exitosos, y normalmente su éxito va acompañado de una buena cantidad de dinero. En el imaginario social de la domesticación cultural, aquella persona de origen humilde que se sobrepuso a sus limitaciones económicas y obtuvo su profesión universitaria, y se destacó en su ámbito profesional, y logró cierto grado de ostentación material y personal, es una persona que “triunfó en su vida”; es una persona “exitosa” y modelo a seguir. Pero para los disidentes del gran rebaño, el éxito por el que luchamos con tanta pasión y por medio de una planificación estratégica, no pertenece a este mundo agitado, superficial y dominado por la superación material-personal, por la ilusión y por la ignorancia, sino que dicho éxito pertenece al mundo del Yo Superior, del Yo Espiritual, de la libertad absoluta!
Finalmente,
las herramientas o recursos de nuestro portafolio o acervo espiritual son los
siguientes:
-La filosofía práctica, principalmente la ética normativa y el espiritualismo ético. Un libro representativo es “El Libre Albedrío” de San Agustín de Hipona.
-La
filosofía especulativa, concretamente la metafísica y la ontología. Una obra
representativa es “El Ente y la Esencia” de Santo Tomás de Aquino.
-La
filosofía antigua o clásica, principalmente las posturas éticas del ascetismo,
el estoicismo, la apatía y la ataraxia.
-La
ética universal atemporal, especialmente en lo que se refiere a los valores y
las virtudes perennes.
-La
sabiduría antigua y el esoterismo clásico, serio.
-La
fe trascendental, que yo defino como la fe al servicio de la triada superior
(Manas o inteligencia inegoísta al servicio de los demás; Budhi o vehículo
intuicional que nos conduce al misticismo y el Atma o voluntad clarificada y
espiritual) o al servicio del yo superior, en oposición a la fe ordinaria y
mezquina, que se encuentra al servicio del cuaternario inferior o personalidad
egoísta, al servicio de los deseos y emociones del yo inferior.
-La
escatología esotérica.