La escatología según el
diccionario enciclopédico Mi Pequeño Larousee, significa lo siguiente: Conjunto
de doctrinas y creencias relacionadas con el destino último del hombre y del
universo. Es decir, la escatología es una disciplina (una rama de la teología)
que trata de descifrar lo que le espera al hombre después de su muerte
material. Desde mi perspectiva del fenómeno escatológico, el mismo puede
explicarse y predecirse en forma más convincente y acertada, utilizando
elementos de la escatología cristiana, de la escatología esotérica u ocultista
(en su sentido clásico, serio) y de mi propia cosmovisión escatológica,
que he denominado trascendentalista. La escatología es una disciplina a menudo
olvidada en el análisis más profundo y amplio que se quiera hacer sobre nuestra
relación con el Poder Superior y del futuro que nos tiene preparado y de la
responsabilidad que nos concierne con dicho futuro. Pero es una de las
disciplinas más cautivantes y apasionantes que podemos estudiar y enriquecer,
ya que estamos adelantándonos a las respuestas que obtendremos luego de nuestro
deceso.
La vida humana es
el primer estadio existencial de nuestra alma. Desde el punto de vista del
desarrollo y perfeccionamiento espiritual, todos nacemos, crecemos y
envejecemos como diamantes en bruto, es decir, con las cualidades potenciales
para trascender la mera condición de seres dominados por la inteligencia
calculadora egoísta, por las pasiones, por las emociones y por el apego con los
bienes exteriores. En este sentido, hay que considerar ciertas condiciones que
son vitales para lograr esa trascendencia tan importante. Tales condiciones son
las siguientes: Los que por mérito propio o mérito de otra persona
descubrimos y tomamos conciencia de la Ley Eterna (San Agustín de
Hipona: El Libre Albedrío); los que amparados en una determinada religión o en
el conocimiento de la Sabiduría Antigua logramos ser consecuentes en mayor o en
menor medida con dicha ley; los que demostramos tener la capacidad para
aprovecharla, con el fin de asumir el perfeccionamiento de nuestro espíritu
para la Unión Divina como la misión fundamental de nuestras vidas, y aceptamos
con gratitud los sacrificios inherentes a ello; los que nos comprometemos con
un camino de desenvolvimiento y de superación ascética-espiritual como un
apostolado y lo reflejamos en nuestro estilo de vida austero, modesto,
altruista, discreto. Aquellas personas que logren cumplir en mayor o en menor
medida con dichas condiciones, se destacarán por cierto pulimiento en sus almas
y así se librarán de su condición de diamantes en bruto (Para ello también han
sido capaces de experimentar a través de la meditación o por otro medio, del
gozo de la libertad absoluta). Dicho de otra manera, se han convertido en
principiantes de alquimistas (trasformadores de vicios en virtudes). Este
adelanto espiritual tan significativo, les procurará un estadio existencial
posterior a la muerte muy cercano a la Unión Divina y por supuesto que
mucho más favorable en relación con aquellos (la gran mayoría) que no
lograron ningún adelanto espiritual significativo. Para todos los que se
quedaron como diamantes en bruto, les espera un estadio existencial en el que
sus almas se encontrarán completamente solas y aisladas, sin posibilidad
de establecer algún tipo de contacto o comunicación con otra alma, sin
posibilidad de obtener conocimientos o información de nada, sin ningún tipo de
certeza, sin posibilidad alguna de salirse de ese aislamiento. El Poder
Superior les brindará una revelación a estos entes: La razón por la que se
encuentran en dicho estadio existencial carencial, es la
consecuencia de no haber cumplido con la Ley Eterna, la cual, aunque no les fue
enseñada en forma explícita, es inherente a la facultad de la intuición humana,
por lo que no caben justificaciones (dicha ley nos manda amar las cosas
ordenamente conforme su grado de perfeccionamiento espirtual, y no
preferir lo material a lo espiritual, ni lo efímero a lo eterno, ni lo cómodo
y placentero a lo virtuoso). Por lo tanto, permanecerán un período de
tiempo indeterminado en dicho estadio carencial para que tomen conciencia de la
importancia de entender y cumplir el orden universal de la Ley Eterna. Luego
esos entes podrían encarnar en seres humanos, conservando en su subconsciente
la experiencia que tuvieron en el estadio carencial, y así tendrán la
oportunidad de redimirse. Quizás lo logren, quizás no. En caso de ser
necesario, volverán a repetir el proceso. Pero también, el Poder Superior puede
determinar que un ente demostró los méritos suficientes durante su permanencia
en el estadio existencial carencial y no requiere encarnar, y entonces puede
proseguir su camino hacia la Unión Divina.
En el caso de los
entes que por una u otra vía, se encuentran en el estadio existencial opuesto
al carencial, es decir, el estadio de plenitud, podría ser que el
Poder Superior los someta a una nueva prueba y más difícil de lo que fue su
paso por el planeta Tierra. En tal caso, estos entes pueden adquirir vida y
nacer en un planeta cuya civilización es muchísima más virtuosa e inegoísta que
la civilización humana, de tal manera que para estar a la altura de los seres
más avanzados espiritualmente que viven en dicho planeta, tendrán que aumentar
el dominio que ya tienen sobre su personalidad egoísta, y si no lo logran,
podrían tener que permanecer un tiempo en un nuevo estadio existencial
carencial adecuado a los atributos de la civilización de este segundo planeta.
En caso de lograrlo, ascenderán a un segundo estadio existencial de plenitud.
Con cada peldaño ganado, estaremos más cerca de la ansiada Unión Divina!