ORACIONES DEL CRISTIANISMO MÍSTICO

martes, 25 de diciembre de 2012

Cuatro nuevos capítulos para mi relato "El mundo, si todos fuésemos iluminados"

Hola amigos y amigas, he publicado cuatro nuevos capítulos en mi página "El mundo, si todos fuésemos iluminados", los capítulos 6, 7, 8 y 9. En esta página de mi blog, disfrutarás de un relato que  trata sobre lo que pasaría a la humanidad si el Poder Superior de pronto se revela en las mentes y conciencias de todos los hombres y mujeres del planeta (independientemente de su creencia religiosa o convicciones espirituales) y les encarga hacer una revolución social, ecológica, económica y espiritual que transforme el mundo actual tan defectuoso, mezquino, mediocre, precario, extremadamente injusto, desigual y predador del medio ambiente, en un mundo virtuoso y coherente con los principios humanistas y de la ética universal. Dicha revolución o transformación es una tarea de todos los seres humanos que al ser iluminados por una Gran Revelación Divina, no tienen duda en cuanto a lo que hay que hacer: Cambiar el mundo en forma radical (y además el Poder Superior en su revelación ha dado un plazo de 10 años). De esta manera Dios le ha facilitado la gran tarea al mundo, en lo que respecta a lo que hay que hacer. Pero la segunda parte de la Misión ha quedado pendiente y es responsabilidad de la humanidad cumplirla: ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo sustituir el sistema capitalista basado en el consumo indiscriminado de los recursos naturales, en el crecimiento económico y en el consumo desaforado, y a la vez, erradicar la miseria, la pobreza y la desigualdad extrema en la distribución del ingreso? ¿Cómo lograr una vida digna y con cierto grado de calidad para los 7 mil millones de habitantes del planeta, sin tener que estar escuchando a los tecnócratas hablando de la imperiosa necesidad del crecimiento económico, basado en el motor de la economía de mercado sin regulaciones, aunque sea a costa de la salud de nuestra madre Tierra y de la miseria de millones de almas?

Ingresa a mi página y juntos iremos resolviendo este enigma

domingo, 2 de diciembre de 2012

El Espiritualismo Ético y el fundamento de la Libertad Absoluta

“Y qué es la felicidad? Un estado de plenitud interna desbordante que no tiene que ver con ningún condicionamiento externo”. Susana López, monja budista de El Garraf.


“La alegría no tiene causa y surge de adentro como alegría de Ser; es parte esencial del estado interior de paz…La paz de Dios”. Eckart Tolle.

Los disidentes del gran rebaño procuramos en la medida de nuestras limitadas posibilidades, tener un estilo de vida coherente con el Perfecto Orden Divino de la Ley Eterna, la cual nos manda amar las cosas ordenadamente conforme dicho orden, de tal manera que no debemos preferir lo material a lo espiritual,  ni lo efímero a lo eterno ni lo cómodo y placentero a lo virtuoso. Para guardar fidelidad con el Orden Divino, necesitamos liberarnos del dominio tan enorme que ejercen los deseos y las emociones, así como de los placeres que nos deparan los bienes exteriores y también, de los apegos enquistados en éstos últimos. Tengamos muy claro que la impenitencia caracteriza en forma clara y precisa a la naturaleza humana, pero haciendo una aclaración: la obsesión no es con el pecado en su forma ortodoxa y convencional, sino con los bienes materiales/personales y con todo tipo de condicionamiento exterior (aquí podemos incluir los motivos, los deseos, las emociones). Nuestra mente egoísta y calculadora (Kama Manas) nos impide entender y ser conscientes de que no debemos ser  tan débiles, tan mediocres, tan mezquinos, tan endebles, tan miserables, como para necesitar siempre de condicionamientos exteriores surtidores de placeres transitorios para encontrarle un sentido lógico a nuestras vidas (lo cual es evidencia clara de que no contamos con ningún grado de expansión de nuestra conciencia). La impenitencia histórica de la humanidad mantiene anclado al hombre en su cuaternario inferior (es decir, en su naturaleza animal instintiva y egoísta) y hasta las mismas religiones monoteístas -por su carácter exotérico- se han encargado de reforzar ese repudiable destino.

De tal manera que somos seres cuyo bienestar siempre está condicionado a elementos o motivos externos. No somos más que meros engranajes –fácilmente sustituibles- de una maquinaria con disfraz de sociedad, orientada al trabajo remunerado, al consumo, al desarrollo material y pragmático,  a la ostentación, a la acumulación. La libertad individual que disfrutamos al formar parte de semejante maquinaria está condicionada por la dependencia con los deseos y las emociones, por los apegos y los placeres, por una vida que requiere de motivos exteriores y casi todos superficiales para que tenga sentido. Por todo lo anterior, nuestra libertad individual se encuentra restringida a lo que YO TENGO, cuando lo idóneo es que sea una libertad muy amplia (sin condicionamientos exteriores), y para lo cual debería estar sustentada fundamentalmente en lo que YO SOY (expansión de la conciencia y el entendimiento). Y cuanto más logremos expandir nuestra conciencia y entendimiento, más nos acercaremos a la Libertad Absoluta.

En la monografía anterior, habíamos indicado que para lograr dicha expansión, se requiere de un acervo de recursos intelectuales y espirituales que deben formar parte del “portafolio” de todo profesional del Espiritualismo Ético, y al final de la monografía hicimos un recuento de todas esas herramientas tan importantes. En la medida que seamos capaces de expandir nuestra conciencia y entendimiento y además, como segunda condición, de cultivar y desarrollar hábitos éticamente correctos que le permitan crecer a nuestra voluntad clarificada y espiritual, tales como por ejemplo, un estilo de vida modesto, discreto, austero, ordinario (solo externamente) y comprometido con el logro de la Unión Divina; un estilo de vida con  rasgos ascéticos, estoicos, apáticos y ataráxicos; un estilo de vida fiel al Perfecto Orden Divino de la Ley Eterna; un estilo de vida gobernado por el Yo Superior o Triada, y no por el yo inferior o cuaternario; un estilo de vida con alto grado de misticismo, de reflexión y de meditación, entonces en esa misma medida podremos disfrutar en forma habitual de la Libertad Absoluta, no solo durante las meditaciones sino también como algo normal dentro de nuestra rutina de vida. Y lo importante aquí, es que dicha Libertad Absoluta es el sustento de la Felicidad Absoluta, es el paso previo, la condición necesaria para acceder a esa que es la experiencia mística más arrebatadora y elocuente de todas.

Recordemos que el cuaternario inferior del ser humano está conformado por cuatro tipos de cuerpos que son: el físico, el vital energético, el astral (las emociones) y la mente de deseos, egoísta/calculadora. Todos los hombres y mujeres por definición estamos sometidos en mayor o en menor grado al dominio mental de dicho cuaternario. Existe un pequeño grupo de seres humanos que hemos reconocido e identificado dicho fenómeno y nos hemos convertido en emprendedores espirituales, es decir, en personas que luchamos contra el cuaternario y aspiramos a ejercer un cierto control sobre él, con base en el desarrollo de nuestra Triada Superior (conformada por la inteligencia inegoísta, por la intuición y por la voluntad clarificada/espiritual). Y por otro lado, existe un grupo constituido por la inmensa mayoría de habitantes del planeta que para empezar no se cuestionan adecuadamente la deplorable situación de la especie humana, y por ende, mucho menos van a acceder y a entender los fundamentos necesarios para revelarse contra el régimen totalitario de la personalidad. Este enorme grupo es el gran rebaño.

Indistintamente de si eres un emprendedor espiritual o un miembro más del gran rebaño, lo cierto es que a todos los seres humanos nos cuesta muchísimo (a los segundos mucho más que a los primeros por supuesto) concebir la felicidad si la misma no está condicionada a la posesión de determinado bien tangible o intangible (que por definición son de carácter externo). Los hombres y mujeres tenemos diferentes tipos de necesidades y diferentes escalas de valor  para las mismas. La felicidad de nuestra personalidad egoísta (o de nuestro cuaternario inferior) depende imperativamente de la satisfacción de las mismas. Para que haya felicidad, debe haber un sentido o una razón de ser de la vida, en caso contrario nos sentiríamos totalmente vacíos. Es decir, necesitamos de motivos, los cuales nos inducen a buscar la satisfacción de necesidades, las cuales lamentablemente están condicionadas por elementos exteriores. Pero pensemos en lo siguiente: Todos aspiramos a una vida eterna luego de morir, pero en dicha vida o estadio existencial -si efectivamente es eterna e inmaterial- no pueden existir las necesidades de ningún tipo, ni las emociones y nos deseos, ni las pasiones, ni los motivos, nada de esto tiene sentido o utilidad. Nuestra felicidad en el plano terrenal se sustenta en motivos exteriores –ajenos a nuestra vida interior- y en necesidades satisfechas o aspiraciones, pero en el plano inmaterial y eterno, ella no puede sustentarse en nada que represente un condicionamiento, como lo es el caso típico de una necesidad satisfecha o por satisfacer. Surge así una terrible contradicción, ya que en esta vida buscamos la felicidad con base en lo que Yo Tengo (nuestro yo inferior o cuaternario), pero en la futura vida eterna tendremos que ser felices con base en lo Yo Soy (nuestro yo superior o Triada). ¿Estaremos preparados de antemano para un cambio existencial tan radical y misterioso? ¿Y si aún estamos muy apegados con los bienes exteriores? (Recordemos que nuestros principales apegos se manifiestan con el yo inferior de nuestros seres amados y congéneres en general; con los placeres y deseos no virtuosos; con los bienes materiales y personales en general; con la vanidad y con los problemas y las preocupaciones). ¿Y si el Poder Superior considera que aún no estamos preparados para semejante cambio? Y de ser así ¿Nos podría someter a algún tipo de proceso de aprendizaje que implique dolor y sacrificio? Con estas preguntas entramos en el tema de la escatología, por lo que deberíamos revisar lo propuesto en una monografía anterior titulada “El Espiritualismo Ético, el Dharma y la Escatología Esotérica”.

Pero retomemos el punto inicial de discusión de éste último párrafo y de toda esta monografía: la esencia de la Felicidad Absoluta.  Si la felicidad de un ente inmaterial está desprovista de motivos, de deseos, de emociones, de placeres, de pasiones, de bienes materiales y personales, y si sabemos que al morir seremos entes inmateriales, entonces ¿Nos le parece lógico, correcto e imperativo tratar de experimentar ese mismo tipo de felicidad en esta vida terrenal llena de ilusiones con las cosas transitorias y de ignorancia en relación con la Sabiduría Antigua? ¿No creen ustedes que es lo menos que el Poder Superior puede esperar de nosotros como condición para acceder a la unión con Él?

Y tal y como lo vimos en un párrafo anterior, el paso previo para acceder a la Felicidad Absoluta es la Libertad Absoluta. El proceso completo es así: Primero tenemos que cumplir con el Principio de la Incondicionalidad no sólo durante nuestras sesiones de meditación, sino también durante nuestra rutina de vida, es decir, es un fundamento que debemos incorporar a nuestro estilo de vida que nos diferencia del gran rebaño. Es uno de esos hábitos éticamente correctos que debemos cultivar y desarrollar para estimular el crecimiento de nuestra voluntad clarificada y espiritual. Básicamente dicho principio consiste en aprender a tener una vida de calidad sin requerir de motivos exteriores, de deseos y emociones, de placeres no virtuosos, sin exceso de apegos con los bienes materiales/personales. Una vida de indiferencia hacia todo bien o condicionamiento exterior. Cumpliendo de esta manera con dicho principio, accedemos a la Libertad Absoluta. Y logrando madurar y consolidar dicha libertad, finalmente podremos alcanzar por instantes la arrebatadora experiencia mística de la Felicidad Absoluta por medio de la meditación.

jueves, 1 de noviembre de 2012

El Espiritualismo Ético y la expansión de la conciencia

Todos los días al despertarnos lo primerísimo que tenemos que hacer es traer a nuestra mente una idea fundamental del Espiritualismo Ético: ¿Cuáles son la Misión y la Visión de mi vida como ser espiritual en este mundo? La Misión: trascender mi personalidad egoísta (o cuaternario inferior) a través de una planificación estratégica, que me potencie para concretizar la Visión, la cual consiste en alcanzar la Unión Divina. Con esta idea neurálgica impresa en nuestras mentes, como primer acto racional de cada nuevo día, trazaremos la senda correcta a seguir para avanzar paso a paso pero progresivamente en el proceso de cumplir efectiva y permanentemente con el principio de la incondicionalidad, el cual significa que hemos sido capaces de conquistar en menor o en mayor grado la libertad absoluta, aquella que no está condicionada por ningún deseo, ninguna emoción, ningún apego con bienes materiales o personales. Si no pudiésemos gozar de dicha libertad con cierta frecuencia, nos resultaría imposible cumplir con la Misión y aspirar a esa maravillosa Visión que es la Unión Divina. Y tal y como dijo Goethe: “Aún nadie se ha perdido en un camino recto”.


Y en relación con la  planificación  requerida para concretizar la Misión: ¿En qué consiste la misma? En la expansión de nuestra conciencia y entendimiento, para lo cual se requiere de un acervo de recursos intelectuales y espirituales que vamos a nombrar a continuación y que deben formar parte del “portafolio” de todo profesional del Espiritualismo Ético. Además necesitamos  cultivar y desarrollar hábitos éticamente correctos que le permitan crecer a nuestra voluntad clarificada y espiritual. En una monografía anterior del 8 de junio de este año, llamada “Espiritualismo Ético, el Dharma y la escatología esotérica”, hice mención a todos esos recursos tan importantes, pero tratándose de un tema tan capital, me parece que es imperioso y oportuno volver a repasarlos, para tomar conciencia de que constituyen un conjunto de herramientas muy valiosas que deben estar contenidas en tu portafolio de uso personal, para el crecimiento de tu Yo Superior. Luego, al ser el Dharma el propósito de la vida, entonces nuestra Misión y Visión son los componentes fundamentales de dicho Dharma.

La inmensa mayoría de seres humanos desconocen el cúmulo de conocimientos de la Sabiduría Antigua, de la Pansofía, de la Ética Universal, atemporal y perenne y de la Espiritualidad Ética. Constituyen el gran rebaño de hombres y mujeres que viven en el mundo de la ilusión y la ignorancia.  Un ejemplo de lo anterior, es que para todas ellos y ellas la principal connotación que tiene la palabra profesional, es la de personas que han obtenido un título universitario de las ciencias económicas, médicas, sociales, de las ingenierías, de las artes, etc. También de los hombres y mujeres que son profesionales de los deportes: fútbol, baloncesto, beisbol, fútbol americano, boxeo, tenis, etc. También de las actrices y actores del cine y  la televisión. Pero para los que hemos entendido y aceptado que ese mundo de ilusión e ignorancia es un mundo mezquino, vergonzoso y repudiable, la única connotación que cuenta es la del profesional del espiritualismo ético, controlador de su yo inferior, de su personalidad egoísta, feroz combatiente de los deseos y emociones de su mente calculadora (Kama Manas). Quienes aborrecemos a dicho mundo de ilusión e ignorancia por ser un mundo agitado, superficial, desigual en extremo y dominado por la superación material-personal, nos consideramos sus disidentes y luchamos implacablemente por liberarnos de él. Nos caracteriza la lucha que emprendemos diariamente por alcanzar el objetivo de contar con un estado anímico de plena satisfacción que en lugar de depender para ello de los deseos, las emociones y placeres, dependa fundamentalmente del desarrollo de nuestra vida interior y de la libertad absoluta, la que no está condicionada por ningún bien exterior. De esta manera logramos diferenciarnos del gran rebaño, y tratamos de tener el profesionalismo suficiente en materia de desempeño espiritual y de expansión de la conciencia, para acceder a la Unión Divina.

En la monografía anterior que se refiere a la dependencia psicológica con los deseos y las emociones, comentamos en detalle el tema del perfecto orden divino que por definición, los seres humanos llevamos impreso en nuestras mentes y en forma intuitiva también. Dicho orden está expresado a través de la ley eterna expuesta por San Agustín de Hipona en su obra El Libre Albedrío. En forma lacónica y elocuente, podemos decir que dicha ley nos manda amar las cosas ordenadamente conforme su grado de perfeccionamiento espiritual, y no preferir lo material a lo espiritual, ni lo efímero a lo eterno ni lo cómodo y placentero a lo virtuoso. En este sentido, los disidentes del gran rebaño nos tomamos muy en serio el cumplimiento de dicha ley eterna y en verdad que nos desvelamos por llevar un estilo de vida que sea lo más consecuente posible con dicho orden divino. Evidentemente, semejante forma de vivir constituye una muestra significativa de nuestro profesionalismo en materia de desempeño espiritual.

Para el gran rebaño, el sentido del vocablo “éxito” tiene una connotación de conquistas materiales y personales. Es así que famosos personajes de la política, del deporte, del cine y la televisión, de los negocios, de las ciencias, son considerados mediática y socialmente muy exitosos, y normalmente su éxito va acompañado de una buena cantidad de dinero. En el imaginario social de la domesticación cultural, aquella persona de origen humilde que se sobrepuso a sus limitaciones económicas y obtuvo su profesión universitaria, y se destacó en su ámbito profesional, y logró cierto grado de ostentación material y personal, es una persona que “triunfó en su vida”; es una persona “exitosa” y modelo a seguir. Pero para los disidentes del gran rebaño, el éxito por el que luchamos con tanta pasión y por medio de una planificación estratégica, no pertenece a este mundo agitado, superficial y dominado por la superación material-personal, por la ilusión y por la ignorancia, sino que dicho éxito pertenece al mundo del Yo Superior, del Yo Espiritual, de la libertad absoluta!

Finalmente, las herramientas o recursos de nuestro portafolio o acervo espiritual son los siguientes:

-La filosofía práctica, principalmente la ética normativa y el espiritualismo ético. Un libro representativo es “El Libre Albedrío” de San Agustín de Hipona.
-La filosofía especulativa, concretamente la metafísica y la ontología. Una obra representativa es “El Ente y la Esencia” de Santo Tomás de Aquino.
-La filosofía antigua o clásica, principalmente las posturas éticas del ascetismo, el estoicismo, la apatía y la ataraxia.
-La ética universal atemporal, especialmente en lo que se refiere a los valores y las virtudes perennes.
-La sabiduría antigua y el esoterismo clásico, serio.
-La fe trascendental, que yo defino como la fe al servicio de la triada superior (Manas o inteligencia inegoísta al servicio de los demás; Budhi o vehículo intuicional que nos conduce al misticismo y el Atma o voluntad clarificada y espiritual) o al servicio del yo superior, en oposición a la fe ordinaria y mezquina, que se encuentra al servicio del cuaternario inferior o personalidad egoísta, al servicio de los deseos y emociones del yo inferior.
-La escatología esotérica.

domingo, 14 de octubre de 2012

El Espiritualismo Ético y la dependencia psicológica con los deseos y las emociones


Usted, yo, el, ella y todos los seres  humanos somos por naturaleza,  adictos a los deseos y a las emociones. Cuanto más intensos sean éstos, mayor será nuestro grado de excitación y por lo tanto, de placer y de satisfacción de nuestro yo inferior. Si alguien nos preguntara cual consideramos que es el sentido de la vida, trataríamos de darle una respuesta basada en consideraciones filosóficas o religiosas, pero en el fondo, si nos quitaran la posibilidad de tener deseos y emociones, nos sentiríamos perdidos, con una vida totalmente vacía y sin ninguna razón de ser. Por lo tanto, el sentido de la vida –desde un punto de vista práctico e inmediato o lo que es lo mismo, desde el punto de vista del yo inferior- para el hombre en general, está determinado por los deseos que sea capaz de satisfacer aunque sea a medias y por las emociones que pueda experimentar.  De lo anterior se desprende que el sentido de la vida para todos los mortales (con sus pocas excepciones por supuesto), está condicionado por lo que podamos llegar a TENER  (bienes materiales y personales) y no por lo que podamos llegar a SER (expansión de la conciencia espiritual de nuestro yo superior, cultivo de la vida interior y liberación de apegos con todos los tipos de bienes exteriores ya sean materiales o personales). En el primer caso, tenemos nada menos que la causa de la mediocridad y la mezquindad que históricamente ha caracterizado a la humanidad, y en el segundo caso, tenemos descrito en forma elocuente el desafío que tendría que superar el hombre, para pasar de un mundo muy defectuoso como el actual a uno virtuoso. Para ponerlo en un contraste muy nítido, la cultura hedonista, consumista y presuntuosa, es la que le da la razón de ser a la vida de las personas que se comportan como los pequeños engranajes de la gigantesca máquina que le da impulso a dicha cultura, cuando lo correcto sería que la cultura ascética-ética-espiritual sea la que brinde dicha razón de ser.

San Agustín de Hipona en su obra El Libre Albedrío, en el capítulo VI titulado “La Ley Eterna es moderadora de las leyes humanas”, le explica a su discípulo Evodio que todos llevamos impresa la ley eterna (o sea, que la noción de dicha ley es algo intrínseco a nuestra naturaleza humana) y que ésta “es aquella en virtud de la cual es justo que todas las cosas estén perfectísimamente ordenadas” (un maravilloso y perfecto ORDEN DIVINO).  Lo cual significa que debemos amar todas las cosas del mundo ordenadamente, conforme su grado de perfeccionamiento espiritual, y no preferir lo material a lo espiritual, ni lo efímero a lo eterno, ni lo cómodo y placentero a lo virtuoso. Dado que los deseos y las emociones se asocian en su inmensa mayoría con los apegos materiales y personales (que son efímeros, transitorios, que nos brindan placer y comodidad), podemos afirmar sin temor a exagerar, que bajo el imperio de la ley eterna, la adicción psicológica a los deseos y las emociones es absolutamente antiética e inmoral porque nos impide cumplir con el ORDEN DIVINO de la Ley Eterna y nos resta toda posibilidad de alcanzar el máximo objetivo que es la Unión Divina. La dependencia con los deseos y las emociones para sentirnos entusiasmados y hasta para encontrar en gran medida el sentido de nuestras vidas, nos convierten en cavernícolas o retrógrados espirituales, en auténticos hombres y mujeres primitivos y salvajes porque de acuerdo con el criterio de orden divino de la Ley Eterna, deberíamos depender principalmente de los bienes espirituales y eternos así como de un proyecto de vida comprometido con las virtudes para sentirnos quizás no tanto llenos de entusiasmo y de motivación -que son emociones por lo general condicionadas por los bienes exteriores- sino de un gran bienestar interior anclado en el santuario de nuestra vida interior y que le brinda a nuestras vidas, una auténtica y sólida razón de ser. Pero la triste realidad es que los deseos y las emociones prácticamente omnipresentes en nuestras mentes, nos meten en un estilo de vida totalmente desordenado en relación con dicha ley.

Hay personas que debido a su fama (estrellas del deporte, del cine, del arte, de la música, de los negocios, etc.) han creado una híper dependencia con deseos y emociones de gran calibre, y  aunque externamente luzcan muy seguros y felices, como verdaderos triunfadores, en realidad y al amparo de la Ley Eterna, son verdaderos cavernícolas espirituales en relación con el orden divino de dicha ley. Son personas cuyas vidas se caracterizan por ser superficiales, agitadas y dominadas por la superación material-personal. Si los despojamos de la comodidad y del placer que pueden obtener en grandes cantidades y de sus apegos con bienes que son extremadamente efímeros (en relación con los bienes eternos), se desinflan como globos de aire cuando son pinchados, y no queda nada de ellos, más que un trozo de goma sin forma, sin temple y sin resistencia. Estos personajes son tan superficiales como los mismos deseos y emociones que los alientan en su efímera grandeza. Pero la inmensa mayoría de habitantes del planeta, que no somos famosos ni ricos, también somos unos grandes dependientes de los deseos y las emociones y por consiguiente cavernícolas o retrógrados espirituales, pero a diferencia de los famosos, vivimos en un ambiente más propicio para tener la oportunidad o necesidad de reflexionar acerca de qué es lo más trascendental de la existencia humana, sobre su verdadero sentido, su razón de ser, su propósito, su dimensión divina, sus elementos accesoriales como lo son los bienes exteriores que son efímeros y transitorios, contrario a nuestro espíritu, etc., de tal manera que podamos estudiar y conocer sobre diferentes materias fundamentales tales como el esoterismo, filosofía práctica, ética, meditación, religiones, escatología, y podamos generar en nosotros mismos una revolución de tipo ética-espiritual e iniciar la expansión de nuestra conciencia con todos esos conocimientos, experiencias y reflexiones.

Dicha expansión debería permitirnos iniciar la lucha para romper con esa vergonzosa dependencia psicológica con los deseos, las emociones y con los placeres que nos brindan los bienes exteriores. Dependencia que nos hace ser cavernícolas o retrógrados espirituales, condición que debe causarnos pena y a la vez el entusiasmo para superarla y transformarnos en líderes de nuestra propia revolución espiritual.

viernes, 8 de junio de 2012

El Espiritualismo Ético, el Dharma y la escatología esotérica


¿Cuál es mi Dharma o Propósito de la Vida? Utilizando conceptos básicos de la teoría de las organizaciones para explicar su esencia, dicho Dharma se compone de dos elementos primordiales: Una Misión, que consiste en la trascendencia de mi personalidad egoísta o de mi cuaternario inferior (así es como le llaman los esoteristas a la personalidad humana, la parte externa, cambiante, transitoria, que nace y muere), para así concretizar la Visión, la cual consiste en la unión con el Ser Supremo a través de mi Triada Superior (conformada por la mente superior inegoísta, el cuerpo intuicional y la Voluntad Pura) en un estadio existencial de plenitud.

Para hacer realidad mi Dharma, requiero de una Planificación Estratégica de carácter espiritual. Los principios filosóficos y de sabiduría antigua que sustentarán dicha planificación y que guiarán todos mis esfuerzos y acciones en procura del objetivo supremo -la Unión Divina- son los siguientes:

En primer lugar, como fundamento primordial, la ÉTICA UNIVERSAL ATEMPORAL PERENNE y sus valores, tal y como los enumera la Red de Ética Universal en su sitio web www.eticauniversal.net. Dichos valores son:­­­ Amor a la verdad y al conocimiento; la honestidad y la integridad personal; bondad y amor: la sensibilidad hacia la belleza; el respeto por el medio ambiente y la vida en general; sentido de la vida y transcendencia espiritual; sentido de la justicia asentado en un gran humanismo; responsabilidad y sentido del deber; fraternidad universal; tolerancia activa; compromiso social. 

La ética universal atemporal es el cuerpo mayor y principal alrededor del cual giran los demás cuerpos o elementos que interactúan con el mismo en forma similar  a un sistema planetario. Dichos elementos son los siguientes:
-Las diferentes corrientes de la ética derivadas de la filosofía antigua de Grecia: Ascetismo, Estoicismo, Ataraxia, Apatía, etc.
-La filosofía medieval: El libre albedrío de San Agustín (Ley Eterna).  El ente y la esencia de Santo Tomás de Aquino (Metafísica y ontología).
-Metafísica y ontología: La espiritualidad del alma humana.
-El Esoterismo u ocultismo, principalmente en lo relativo a la psicología esotérica, la iniciación, el cuaternario y la Triada Superior. Obras clásicas como “A los pies del maestro” y “La voz del silencio”.
-Escatología Cristiana: El juicio final particular, individual. La coherencia de Dios con los principios de la ética universal en dicho juicio.
-La Fe Trascendental es la fe al servicio del Yo Superior, es decir, al servicio de la mente inegoísta, del cuerpo intuicional y la Voluntad Espiritual. La fe primitiva u ordinaria, de escaso valor, es la fe que está al servicio del yo inferior (el cuerpo emocional y la mente egoísta, calculadora y deseosa).

Con base en la anterior descripción de mi Dharma, así como de los fundamentos filosóficos y de sabiduría antigua que sustentan la planificación estratégica que tengo que cumplir  para concretizar dicho propósito de mi vida,  entonces puedo establecer los siguientes principios en relación con mi VIDA INTERIOR:

*El éxito por el que yo lucho no pertenece a este mundo.
*Los principales objetivos y metas de mi plan de vida tampoco pertenecen a este mundo.
*El principal bienestar que yo obtengo en mi vida no proviene de este mundo.
*Los desafíos que llenan mi vida de pasión no pertenecen a este mundo.
*Mis principales bienes no son de este mundo.
*El reconocimiento por el que yo lucho tampoco pertenece a este mundo.

Uno de los principios de mi vida es “vivir en este mundo pero fuera de él”, con base en un paradigma de estilo de vida ascético, estoico, ataráxico y apático. En términos generales,  trato de vivir apartado del mundo sensorial, cómodo y placentero. “Vivir sin motivos ni deseos, sin emociones, desapasionado por lo mundano, sin el interés propio”. Nos encontramos dentro de un mundo orientado al trabajo remunerado, al consumo, al desarrollo material y pragmático, por eso es tan importante vivir en dicho mundo pero a la vez fuera de él, “para no ser meros títeres de nuestros impulsos”.

En este contexto de una planificación estratégica para alcanzar mi Dharma, la Muerte se presenta en mi vida como un maravilloso desafío que tengo que superar para acceder al éxito por el que tanto estoy luchando y que obviamente no pertenece a este mundo: El estadio existencial de plenitud y la Unión Divina. Una vez en dicho plano o estadio, tendré que enfrentar nuevos desafíos para que mi acercamiento con la Unión Divina sea cada vez más perfecto!

martes, 15 de mayo de 2012

El Espiritualismo Ético y su paradigma de estilo de vida

Una norma fundamental del espiritualismo ético, es que toda aquella persona que está convencida de que los valores éticos universales constituyen la guía suprema para la conducta acertada del ser humano y para el logro del máximo objetivo -la Unión Divina- entonces tal convicción debe reflejarla en hechos concretos que demuestren fehacientemente su coherencia entre lo que piensa y lo que hace. Y dichos hechos concretos se llaman virtudes. De la misma manera, el hombre y la mujer espiritualistas éticos deben llevar un estilo de vida que demuestre esa misma coherencia. Y para que puedan determinar qué tanto están siendo consecuentes entre pensamientos y hechos, requieren de una herramienta que les permita medir  su desempeño, como por ejemplo un paradigma de estilo de vida, y para nuestro caso particular, ese estilo de vida arquetípico es aquel basado  en cuatro expresiones muy significativas de la ética griega: el ascetismo, el estoicismo, la ataraxia y la apatía.

Voy a presentar en forma breve la síntesis de cada una de estas propuestas éticas para tratar de demostrar el valor incalculable que tienen en nuestro estilo de vida arquetípico, aquel que le da sustento al estilo de vida del espiritualismo ético. Empezaré con el ascetismo o ascética:

Ascetismo, Ascética
      Propuesta moral de renuncia a los placeres y apetitos corporales con el fin de purificar o elevar el alma del mundo corporal o sensible al mundo espiritual. Encontramos esta propuesta en la religión órfica, el pitagorismo, Platón y en gran medida en el cristianismo. 
       Aunque en el mundo griego antiguo estos términos se utilizaban para designar los ejercicios físicos preparatorios del gimnasta anterior a una competición deportiva, pronto se les dio una significación moral e incluso religiosa. Platón, siguiendo la propuesta pitagórica y órfica, defiende la ascesis entendida como la liberación del alma de todas las urgencias y pasiones corporales para así elevarse hasta la auténtica realidad o mundo de las Ideas. Desde un punto de vista más limitado a la esfera moral, los estoicos la entendieron como la abstinencia de las reclamaciones corporales, abstinencia necesaria para el autodomino y la felicidad. Con el cristianismo, sin embargo, la ascesis tiene ya una dimensión más claramente trascendente: es la práctica que culmina en la unión mística con Dios, para lo que se recomienda la vida virtuosa, la oración, la meditación y, en muchos casos, la mortificación física.
      El ascetismo considera que el hombre está escindido en dos partes distintas, opuestas, y que mantienen una relación hostil: el cuerpo y el alma. Considera el alma como lo más propio del hombre, dado su origen y destino sobrenatural. El cuerpo, sus pasiones, necesidades y deseos perturban y ensucian el alma, por lo que el alma precisa de una purificación. Generalmente el ascetismo propone una vida de rigor moral que busca controlar dichos deseos y pasiones (renuncia a la práctica sexual, moderación en la comida, dietas y prohibiciones varias en la alimentación, renuncia a la ostentación de la belleza corporal...). La vida en el mundo del espíritu se puede completar también con la práctica religiosa y el desarrollo del conocimiento. Este último punto lo encontramos por ejemplo en Platón, para el cual la práctica de la filosofía es una forma de ascesis, de separación del alma del cuerpo.

Estoicismo
      Escuela filosófica fundada por Zenón de Citio hacia el año 300 a. C. Defienden un panteísmo providencialista (mundo físico animado y divino y encaminado a lo bello y perfecto). Identifican el bien con la virtud y la vida feliz con la vida virtuosa y de eliminación de las pasiones (apatía). Se sienten ciudadanos del mundo (cosmopolitismo).
      Consideraron que el objetivo de la conducta humana es la felicidad, estado que se alcanza con la fidelidad a la naturaleza y a la razón. Su propuesta ética gira alrededor de la virtud: desarrollaron una teoría de la virtud y de los deberes con un cierto carácter intelectualista próxima a Aristóteles. Anticipando el punto de vista kantiano valoraron la virtud por sí misma, y, a diferencia de Kant, creyeron que es suficiente para conseguir la felicidad, pues la virtud es un bien por sí misma y su realización trae consigo la felicidad. En relación con los afectos o pasiones los consideraron como un movimiento irracional del alma y distinguieron en ellas los apetitos o deseos, el placer y los sentimientos. En general proponen eliminar todas las pasiones (apatía) aunque las pasiones elevadas no fueron tan rechazadas. Concibieron al sabio como el filósofo que gracias al ejercicio de su razón consigue la autonomía, libertad de afectos y pasiones y de males externos, y que acepta los avatares de la vida por formar parte de los designios de dios. Defienden el suicidio cuando las circunstancias lo exigen: el interés de la patria, enfermedades incurables. Se sienten hermanos de todos los seres humanos, ciudadanos del mundo.

Ataraxia
      Disposición del ánimo propuesta por los epicúreos, estoicos y escépticos gracias a la cual alcanzamos el equilibrio emocional mediante la disminución de la intensidad de nuestras pasiones y deseos, y a la fortaleza del alma frente a la adversidad. Tranquilidad espiritual, paz interior.
      Esta disposición del espíritu es muy parecida a la apatía propuesta por los estoicos e incluso muchos autores no creen necesario distinguirla. Sin embargo se pueden señalar algunas diferencias. Así, la apatía es más típicamente estoica y la ataraxia se encuentra con más frecuencia en las propuestas de los filósofos epicúreos y escépticos. La ataraxia, como la apatía, es el estado anímico que nos permite alcanzar la felicidad. Se consigue mediante la disciplina del apetito para que éste nos presente sólo deseos moderados, y tras aprender a aceptar los males y a renunciar a los deseos cuando sean imposibles de cumplir. El matiz más importante que separa la ataraxia de la apatía es que la apatía promueve la felicidad como consecuencia de la eliminación de las pasiones y deseos; por el contrario, la ataraxia lo hace mediante la creación de la fortaleza espiritual, fortaleza frente al dolor corporal y las circunstancias adversas. Aunque en el fondo los dos estados anímicos llevan a las mismas consecuencias: indiferencia o imperturbabilidad ante todo. Epicuro compara el estado espiritual de la ataraxia con el total reposo del mar cuando ningún viento mueve su superficie.
      Finalmente, tanto un estado como el otro otorgan al sabio la libertad: libertad frente a las pasiones, afectos y apetitos, libertad ante la coacción de otras personas, libertad ante las cosas y circunstancias que se oponen a nuestros proyectos.

Apatía
       Estado del espíritu propuesto por los estoicos consistente en la indiferencia emocional ante los avatares de nuestra existencia. Ausencia de pasiones.
       Etimológicamente esta palabra designa la ausencia de pasiones (páthos = pasión). Los filósofos estoicos consideraron que la felicidad sólo podía alcanzarse cuando se consigue una disposición de ánimo gracias a la cual el sujeto es indiferente emocionalmente ante los sucesos o acontecimientos que le tocan vivir. Marco Aurelio expresa gráficamente este punto de vista en sus “Meditaciones”: “Has de ser como una roca en la que se estrellan todas la olas. Ella está firme y el oleaje se amansa en su derredor”; “El primero precepto: no te dejes impresionar por nada”. Cuando los distintos avatares de nuestra vida no despiertan en nosotros pasión o emoción alguna, alcanzamos la tranquilidad espiritual y conseguimos la máxima felicidad que nos cabe esperar. Un eco de esta frialdad de carácter e indiferencia ante las circunstancias adversas lo encontramos en frases del tipo “soportar con estoicismo el sufrimiento”, “tomarse las cosas con filosofía”.

Espero que la breve exégesis de las cuatro anteriores propuestas éticas o morales, en realidad le permita comprender al lector la dimensión tan grandiosa y elocuente que tienen en los fundamentos éticos y espirituales de toda persona que pretenda desarrollar con éxito un camino de desenvolvimiento espiritual que lo lleve finalmente a la Unión Divina, y por supuesto, del por qué deben formar parte de los pilares del estilo de vida arquetípico del espiritualista ético. En resumen, el ascetismo es una propuesta moral de renuncia a los placeres y apetitos corporales con el fin de purificar o elevar el alma del mundo corporal o sensible al mundo espiritual. Desde un punto de vista más limitado a la esfera moral, los estoicos la entendieron como la abstinencia de las reclamaciones corporales, abstinencia necesaria para el autodomino y la felicidad. El estoicismo es considerado toda una escuela filosófica, sus seguidores identifican el bien con la virtud y la vida feliz con la vida virtuosa y de eliminación de las pasiones (apatía). La ataraxia es una disposición del ánimo propuesta por los mismos estoicos, gracias a la cual alcanzamos el equilibrio emocional mediante la disminución de la intensidad de nuestras pasiones y deseos, y a la fortaleza del alma frente a la adversidad. La apatía es un estado del espíritu también propuesto por los estoicos consistente en la indiferencia emocional ante los avatares de la vida. Significa ausencia de pasiones (pathos=pasión). Para alcanzar la felicidad, debemos ser capaces de sentir indiferencia ante los acontecimientos y ante la pasión que nos genera la superación de tipo material-personal.

En conclusión, dada la importancia de la coherencia entre pensamientos y hechos (es decir, entre valores éticos universales y virtudes) para el practicante del espiritualismo ético, el mismo debe contar con un estilo de vida arquetípico que le permita comprobar dicha coherencia, y dicho paradigma es el modelo de vida ascético, estoico, ataráxico y apático. En términos muy simples, a pesar de desenvolvernos dentro del modelo de una sociedad orientada al trabajo remunerado, al consumo, al desarrollo material y pragmático, debemos ser capaces de encontrar nuestra felicidad y razón de ser dentro de nuestra Vida Interior (V.I.), en donde no requerimos de motivos, ni de condicionamientos con los bienes exteriores, ni del interés propio. Desde donde somos potenciados para ser indiferentes ante los avatares de la vida y ante los bienes materiales y personales. Desde donde somos potenciados para desapasionarnos de todos los condicionamientos externos, desde donde somos potenciados para despreciar nuestro yo inferior y sus apegos con los placeres y los deseos no virtuosos. Desde donde somos potenciados para cumplir a cabalidad con la Ley Eterna de San Agustín de Hipona.

El espiritualismo ético, en su máxima expresión de desarrollo y perfeccionamiento, nos exige ser capaces de vivir en este mundo pero fuera de él, para no ser meros títeres de nuestros impulsos.