ORACIONES DEL CRISTIANISMO MÍSTICO

viernes, 2 de agosto de 2013

La Espiritualidad Ética y las historias de algunos artesanos de su Yo Superior

En diferentes países alrededor del mundo, existen congregaciones de hombres y mujeres en las que comparten sus experiencias como obreros de la construcción espiritual, trabajo que cumplen 16 horas al día los 365 días al año y que consiste básicamente, en ser Instrumento de Dios para hacer el Bien, y en el exterminio sistemático de los deseos y de la gran necesidad de emociones fuertes y de motivos materiales-personales cautivantes (que se derivan de los apegos que tiene la personalidad egoísta del hombre con los bienes exteriores), de tal manera que el deseo en general,  bajo ninguna circunstancia represente el principal elemento para que la vida de una persona tenga sentido, una clara razón de ser y se encuentre alimentada por el entusiasmo. El nombre oficial de estos grupos es el de “Congregaciones de los artesanos de su Yo Superior”, y en consonancia con todo lo que hemos visto en las monografías de este sitio, se trata de profesionales de la Fe Trascendental y supervivencialistas espirituales extremos, que procuran enriquecerse y mejorar su desempeño a partir de los testimonios de compañeros y compañeras que comparten sus vivencias, sus logros y sus fracasos en su lucha por alcanzar el ideal de la libertad absoluta, en relación con los elementos superficiales que animan el mundo de ilusión e ignorancia del gran rebaño de ovejas domesticadas. Yo asisto a la congregación de mi país, localizada en la ciudad de San José, Costa Rica. En la última reunión, escuché los testimonios de los dos compañeros más nuevos que han ingresado al grupo, y que recién están empezando su batalla contra los apegos de sus propias personalidades egoístas, desde dos realidades muy distintas. Uno es un empresario con un alto grado de bienestar económico, y el otro, un asalariado con muchas limitaciones materiales y personales.
Con toda seguridad, es más fácil para una persona acostumbrada a las penalidades económicas, verse a sí misma como una oveja más del gran rebaño y rebelarse ante esa condición humana tan mediocre y precaria (la de oveja domesticada), que para una persona acostumbrada a vivir entre lujos, derroche y reconocimiento social. Por eso me ha resultado muy interesante observar de cerca a Roberto, el empresario exitoso que se encontró por casualidad con la obra clásica de la sabiduría antigua “A los pies del maestro”, y después de leerla con mucha atención y de investigar en internet sobre la misma para entenderla mejor, tuvo la fortuna de experimentar una apertura mental y una gran necesidad de conocimiento, que ahora dos años después, lo motiva a liberarse de todas las ataduras que hasta hace poco le daban un poderoso sentido de dirección a su vida. Una vez dentro de la congregación, luego de nueve meses de profundizar intensamente en los fundamentos de la ética universal, la sabiduría antigua, el esoterismo, la espiritualidad y de escuchar testimonios de muchos compañeros y compañeras, Roberto tiene muy claro el concepto de lo que significa ser un artesano de su Yo Superior, y que el trabajo más importante en su vida, el que más le apasiona, el que le permite experimentar una total autorrealización como ser humano y como ser espiritual, es el trabajo de Instrumento de Dios para hacer el Bien y el de Exterminador de deseos.
Nuestro novel miembro cuenta ahora -al igual que el resto de miembros de la congregación- con un novedoso y poderoso sentido de dirección para su vida, que consiste en el ideal de no ser “un hombre de deseos”, es decir, el gran ideal de llegar a tener una vida con una ausencia total de deseos, donde el nivel de  desarrollo de la Voluntad Espiritual es tal, que ya no es necesario ser un exterminador porque simplemente, los deseos ya no tienen cabida en la mente inegoísta del artesano de su Yo Superior. Esta condición ideal, potenciaría  aún mucho más al artesano para cumplir cabalmente con el otro 50 % de la misión encargada por Dios: Hacer el Bien, ser un productor de Bien.
En su testimonio, Roberto nos contó sobre su enorme alegría al experimentar el discernimiento (el primero de los requisitos para hollar el sendero según la gran obra esotérica nombrada anteriormente), mediante el cual, ahora es capaz de distinguir entre el mundo de ilusión e ignorancia del gran rebaño de ovejas domesticadas (lleno de elementos superficiales que son efímeros y sumamente transitorios y cuya expresión son los deseos en general), y el mundo real del maravilloso bien eterno que es la Unión Divina. Cautivado por las bondades del discernimiento, Roberto nos ha expresado con mucho entusiasmo y convicción,  que está trabajando planificada y sistemáticamente  para alcanzar una forma de vida menos opulenta, sin tantos lujos, mucho más consecuente con el ideal del artesano de su Yo Superior. Nosotros le recordamos que sus acciones deben ser  totalmente desinteresadas, apartadas de la vanidad y del egoísmo, y que los únicos deseos válidos para los artesanos, son aquellos relacionados con el logro de la Unión Divina y con el amor al Bien, ambos, objetivos primordiales de la planificación estratégica de los profesionales de la Fe Trascendental o lo que es lo mismo, de los artesanos de su Yo Superior.
La idea de ser un hombre sin deseos (el segundo requisito para hollar el sendero que menciona Alcione en su obra), es un desafío -que de acuerdo al testimonio de Roberto- lo lleva al límite de su capacidad de discernimiento y de voluntad, y que tal exigencia le llena muchísimo más que las exigencias de su vida profesional.
La alegría que me provoca escucharlo, dándonos su apreciable testimonio, me motiva  a hacer conciencia una vez más acerca de una de las verdades imponderables de la ciencia de la espiritualidad ética: Solamente los que logran trascender su personalidad egoísta a través del trabajo de Exterminadores de todo tipo de deseo (16 horas al día 365 días al año), podrán ser capaces de contribuir con la misión que Dios nos tiene asignada en este mundo: El amor al Bien, ser instrumentos suyos para hacer el Bien. Al alcanzar esa dimensión de instrumentos por donde fluye el amor del Poder Superior, estaremos alcanzando el suficiente grado de desenvolvimiento espiritual para acceder a la Unión Divina. Detrás de esta complejísima tarea, andamos los artesanos del Yo Superior.