ORACIONES DEL CRISTIANISMO MÍSTICO

jueves, 28 de marzo de 2013

El Espiritualismo Ético y el Supervivencialismo Extremo


Soy un supervivencialista extremo pero de tipo espiritual, por eso lucho día tras día contra los deseos, las emociones, los motivos y contra todo tipo de apego con los bienes exteriores (dichos apegos son: con el yo inferior de mis seres amados y congéneres en general, con los placeres no virtuosos, con los bienes materiales y personales en general, con los problemas y las preocupaciones, y finalmente, con la vanidad). Cuanto más desarrollada sea mi Vida Interior, cuanto más libre me encuentre yo de condicionamientos, más y mejor preparado estaré para encarar mi destino escatológico, o lo que me ocurra después de morir.

Yo jamás confiaría mi destino escatológico a lo que prescriben las religiones monoteístas a través de sus dogmas. Durante muchos años he estudiado la Sabiduría Antigua (filosofía griega, esoterismo clásico, ética universal) y la Filosofía de la Espiritualidad del alma, que son manantiales de conocimiento libres de dogmas, y a la vez, tan sustanciales e imprescindibles, que le han dado a las religiones el sustrato ético y conceptual para sus libros sagrados.

Gracias al estudio de la  sabiduría, de la ética universal y de la filosofía, logré convertirme inicialmente en un hombre de fe independiente. Y luego de madurar por muchos años, en un hombre de fe trascendental (es decir, la fe que está al servicio de mi voluntad espiritual, y no al servicio de mi personalidad egoísta calculadora). Ahora el paso siguiente que estoy dando, es transformarme en un supervivencialista extremo espiritual. Y cuando digo extremo, me  refiero a que luego de cumplir de la mejor manera posible con mi superación ascética-espiritual y con mi superación material-personal (en mi esfuerzo por alcanzar todos mis objetivos y siguiendo estrictamente dicho orden), debo practicar el arte de despreciar y de ser indiferente ante  los motivos, deseos y emociones de mi personalidad, y ante los bienes exteriores que usualmente llenan y le dan sentido a las vidas de las personas comunes.

Los preppers o supervivencialistas extremos que se preparan para enfrentar exitosamente un evento catastrófico de alcance mundial, y de origen político, ideológico, económico, biológico, ambiental o natural, se toman muy en serio el tema de la supervivencia. Por ejemplo, almacenan alimentos y semillas, adquieren vestimenta, contenedores apropiados y artefactos que purifican agua, establecen planes estratégicos, tienen varias armas de fuego y se adiestran en su uso, aprenden defensa personal, se mantienen en una condición física aceptable, etc. En resumen, invierten tiempo, dinero y esfuerzo con el fin de estar preparados en caso de que suceda un evento catastrófico mayor que podría concretizarse en los próximos 10 o 20 años quizás. Yo particularmente, le apuesto a un desastre ambiental provocado por el calentamiento global y el cambio climático, pero a un plazo mucho más largo, por lo menos hasta dentro de 50 años. Los preppers vislumbran diferentes tipos de amenazas a un plazo mucho más corto de tiempo, pero perfectamente podrían equivocarse. En cambio, la muerte es un hecho absolutamente cierto e inevitable. Por más pequeños que se fabriquen los chips, por más que avance la nanotecnología, por más que se industrialice la órbita terrestre,  la muerte seguirá siendo una condición humana insalvable e imprevisible en cuanto al momento exacto de ocurrencia.

¿Cuándo podría morir? ¡Hoy! ¿Cuándo debería prepararme para mi destino escatológico? ¡Hoy! ¿Y cómo y por qué debo prepararme? Primero responderé al ¿Cómo?: Siendo el hombre más ambicioso de la historia de toda la humanidad, al aspirar a despreciar los deseos, las emociones, los motivos, los apegos con los bienes exteriores, desarrollando un blindaje espiritual contra todos esos elementos del mundo de ilusión e ignorancia, que es el mundo conocido por el gran rebaño de ovejas domesticadas (todos los millonarios y millonarias que salen en las listas de Fortune y que son extremadamente exitosos y ambiciosos, no son más que ovejas domesticas del rebaño). Semejante ambición es la que me brinda la calidad de supervivencialista espiritual extremo, porque debo arrancarme todos esos condicionamientos, todas esas cadenas y vivir feliz sin todos esos elementos que son los que le dan sentido y razón de ser a las vidas de las ovejas domesticadas espiritualmente. ¿Cuál es la felicidad que no está condicionada por los elementos del mundo de ilusión e ignorancia? ¡La felicidad espiritual! Que es aquella que experimento al ser consciente de que me he liberado de los deseos, las emociones y de los motivos y que por lo tanto ya no soy un cavernícola espiritual y en consecuencia, podré acceder a la Unión Divina (porque soy un profesional del Espiritualismo Ético o de la Auto Trascendencia).

Ahora sigo con la respuesta al ¿Por qué debo prepararme? Porque podemos morir en cualquier momento y de 900 manera diferentes, y si al momento de morir, somos unos mediocres primitivos espirituales que sufrimos a causa de los deseos insatisfechos, de la ausencia de emociones fuertes, de la escasez de motivos de tipo material, entonces, con base en la doctrina esotérica o sabiduría antigua, con base en la ética universal atemporal, con base en la pansofía, con base en el principio del Perfecto Orden Divino de San Agustín de Hipona, con base en la planificación estratégica espiritual y el trabajo planificado y dedicado como medio para alcanzar objetivos, con base en el criterio de los méritos individuales, etc., no podremos trascender hacia la Unión Divina y su estadio existencial de plenitud, sino que contrario a nuestros deseos, iremos a un estadio existencial carencial, donde cada alma enfrentará diferentes grados de precariedad.

En síntesis, los supervivencialistas espirituales extremos nos caracterizamos por NO SER primitivos espirituales. Por no ser hombres y mujeres tan mediocres, tan mezquinos, tan ordinarios, tan ciegos, que no son capaces de reconocer los elementos del mundo de ilusión e ignorancia. Por no ser tan cándidos en relación con el destino escatológico de cada quien.